viernes, 1 de mayo de 2009

Comentario al artículo "Otra huelga general contra Bolonia"

Ante la noticia de la “huelga” convocada por el Sindicato de Estudiantes como protesta al proceso de Bolonia no puedo evitar preguntarme qué entienden algunos por “huelga”.

La segunda acepción de “huelga” que recoge el diccionario de la Real Academia Española, y que es de la que pretenden echar mano los integrantes del Sindicato de Estudiantes la define como “interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta”.

Que yo sepa, los estudiantes no somos trabajadores en modo alguno, sino que somos personas que nos estamos beneficiando de un servicio que el Estado pone a nuestra disposición. El decir cien veces algo que es erróneo no lo convierte en correcto; y no se puede decir que los estudiantes hagan huelga, en todo caso podrán hablar de “abstencionismo universitario”, pero en ningún modo de “huelga”.

Si de pronto los ciudadanos decidieran protestar porque consideran que la sanidad en España no es de la calidad de la que debiera serlo o no obedece al sistema que algunos pretenden, y como modo de protesta decidieran no acudir al hospital… ¿podríamos acaso decir que los pacientes están en huelga?

A mí todo esto me suena al típico enfado de un soldado, que ante cierta actitud de su capitán hacia él reacciona diciendo… ¡que se fastidie el capitán, yo no como rancho! Seguro que al capitán le preocupa una barbaridad que no coma rancho… me atrevería a decir que le importa lo mismo que a los políticos el hecho de que un grupo de estudiantes decida un día puntual no acudir a clase… ¡allá ellos!

Partiendo de lo anterior, no creo que el abstencionismo sea un modo lícito de protesta, en el sentido de que hay unos profesores que van a las clases a impartir su asignatura y para los cuales es una falta de respeto dejarlos solos cuando acuden al aula a prestar un servicio del que se benefician los estudiantes; máxime teniendo en cuenta que ellos ni pinchan ni cortan en este asunto, que se va a implantar con independencia de lo que éstos consideren, porque son los políticos los que deciden, y las universidades públicas las que han de cumplir con lo que éstos establezcan, que para algo son públicas. Además, también las privadas habrán de ajustarse preceptivamente a lo que los políticos tengan a bien aprobar en el Congreso, so riesgo de que sus títulos no sean reconocidos.

Pero es que el propio nombre de la asociación de estudiantes convocante resulta incorrecto, puesto que un “sindicato” es una “asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros”, y en este caso sus integrantes no son trabajadores, sino beneficiarios de un servicio estatal. Siguiendo con el ejemplo al que me referí anteriormente… ¿acaso cabe hablar de Sindicato de pacientes?

Un Estado social, como es el que hay afortunadamente en España, y así lo consagra su Constitución, ha de garantizar a los ciudadanos una educación pública de calidad, tiene el deber de proporcionársela, pero eso no quiere decir que a los titulares de este derecho, que somos todos los españoles, se nos pueda hacer extensible lo relativo al régimen de los trabajadores, puesto que establecer este vínculo es del todo incorrecto, y por ende, demagogo.

Quienes hacen uso de estos términos no lo hacen simplemente por ignorancia (el que algunos adopten estos términos por dicha razón es otra cosa) sino que la intención es evidente y pretenden beneficiarse de la ignorancia de otros muchos, que acaban estableciendo por sistema dicho vínculo sin pararse a pensar en la diferencia patente entre ambas situaciones.

Una vez hechas las aclaraciones conceptuales anteriores me gustaría entrar a valorar algunas de sus reivindicaciones, que se recogen en el artículo cuyo comentario me ha sido encomendado, y que tienen un denominador común: son reivindicaciones superficiales, que no tienen en cuenta el fondo de la cuestión y que están formuladas en muchos de los casos desde una ignorancia profunda, desde una concepción de las cosas francamente simplista.

Voy a empezar por la relativa a las becas, puesto que comprender mi razonamiento al respecto es muy fácil, ya que todos, en mayor o en menor medida, somos contribuyentes y pagamos periódica y puntualmente los impuestos que el Estado nos exige.

Los representantes del Sindicato de Estudiantes reclaman un mayor número de becas y se atreven a entrar en comparaciones a nivel europeo diciendo que mientras en España sólo hay un 15% de estudiantes becados, en Europa este porcentaje se eleva hasta el 40%. Pues bien, por lo visto no tienen en cuenta que hay países europeos en los que los trabajadores pagan cerca del 60% de su salario en impuestos. ¿Están dispuestos a que en España también sea así? ¿No es más lógico respetar el derecho de los ciudadanos a destinar el dinero que ganan por medio de su trabajo a aquello que les dé la gana en lugar de que sea el Estado quien lo haga por ellos? Y es que el Estado no tiene una máquina para hacer dinero, y quien suponga que esto es posible y que se pueden poner avionetas soltando billetes sobre las ciudades para hacer frente a la crisis o bien no tiene ni idea de economía o es un insensato en todo punto? Afortunadamente no es así, porque no me sé de uno que sería capaz de echar mano de la máquina en cuestión. El Estado no tiene recursos ilimitados, sino que sus recursos son los que obtienen de los ciudadanos a través del cobro de los impuestos. Por lo tanto, más de uno debería plantearse el hablar de gasto estatal con algo menos de alegría y preocuparse también por aquello que posibilita que haya gasto: el ingreso.

En relación con lo anterior también me gustaría referirme a la alergia que manifiestan los integrantes de dicha asociación (espero que se me permita la licencia de no incurrir en el error de llamar a eso “sindicato” entrando en su juego) hacia todo lo que sea privado. ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso no saben que el libre mercado ha demostrado ser el sistema optimizador de recursos y de calidad de vida a nivel generalizado en conjunción con el Estado social? Una empresa no es más que una agrupación de ciudadanos que llevan a cabo una actividad económica para lo cual ponen en común una serie de recursos económicos… ¿qué tiene esto de malo? Algunos dirán que el hecho de que velen por sus propios intereses en exclusiva… no nos engañemos… ¿hay alguien aparte de la Madre Teresa de Calcula y un par más que no lo hagan? Quizá al Estado le vendría mejor comportarse como una verdadera empresa y ordenar su actuación dirigiéndola a la optimización de recursos, puesto que sólo optimando sus recursos podrá permitirse un mayor nivel de gasto social y, por tanto, un mayor número de becas.

También yo considero que hay que ayudar a los estudiantes de menos recursos a tener acceso a la mejor educación posible… ¡sólo faltaba! Y es que sólo desde la igualdad de oportunidades se puede legitimar un libre mercado, y para que haya igualdad de oportunidades el Estado ha de garantizar tres servicios esenciales: la seguridad, la sanidad y la educación.

Lo que sucede es que es inherente a la condición humana el valorar en menor medida aquello que no le supone esfuerzo alguno conseguir. Por ello, considero que lo correcto a la hora de llevar a cabo la concesión de becas sería establecer un criterio mixto: bajo nivel de recursos y excelencia académica. Si el Estado nos da algo, tendrá que recibir algo a cambio, y los estudiantes hemos de tener la condición de inversión, de tal suerte que destinan a nosotros unos recursos que no pueden suponer un gasto, sino que en un futuro han de poder recuperar al haber formado un capital humano capaz de ser generador de riqueza y, por tanto, contribuyente a la economía estatal. Si unos pagan sus impuestos para que nosotros podamos estudiar, lo que es de justicia es que aprovechemos la educación que se pone en nuestras manos para generar riqueza de la que se beneficie el Estado a través del cobro de los impuestos y pueda destinarlo a su vez para dar educación a las siguientes generaciones.

Me resulta también curiosa esa imputación que se hace a los “capitalistas” como responsables de la crisis… ¿a quiénes se refieren como “capitalistas”? ¿acaso ellos comen las verduras que cultivan en su huerta, visten las ropas que tejen con sus manos y escriben sobre papiros fabricados? El libre mercado que algunos critican es el que lleva el agua caliente y el suministro de gas a sus hogares, el que fabrica sus zapatillas, el que hace posible que una medicina fabricada por un investigar en África salve de la muerte a sus hijos en Francia, el que posibilita que un libro escrito por un científico en las Antípodas esté a la venta en la librería de su calle en Madrid… Me gustaría por una vez que quien haga descalificaciones sea capaz de hacer un juicio objetivo de las cosas en lugar de quedarse en la superficie y repetir como cacatúas un dogma sujeto en afirmaciones igualmente dogmáticas por el simple hecho de que alguien les ha dicho que el defender eso es ser “revolucionario”.

Tampoco puedo pasar por alto que dicha asociación critique un proceso por su vertiente económica únicamente, y hasta ahora no se haya manifestado por la calidad de la educación en España, que nos sitúa en los últimos puestos a nivel europeo. Cuando haya un mercado laboral único europeo… ¿seremos los españoles competitivos frente a los demás ciudadanos comunitarios? Algunos se quejan por que se nos vaya a poner una prueba oral de inglés y no se paran a pensar que el inglés es la lengua más hablada en el mundo y nos va a abrir muchas puertas. En lugar de exigirle al Estado que nos regalen los títulos deberían solicitarle al Estado que nos exijan más a la hora de dárnoslos para que ganen en prestigio y haya alguien dispuestos a contratarnos el día de mañana.

Resulta contradictorio que hablen de “huelga” y “sindicato” queriendo ser trabajadores y a la vez no exijan mayor calidad en su educación de cara a que algún día puedan llegar a serlo.

En mi opinión el proceso de Bolonia es positivo en la medida en que nos va a preparar para ser competitivos cuando haya un mercado laboral único europeo y, si bien es cierto que es legítimo que todos los afectados opinemos al respecto, no creo que la mejor manera sea mediante el absentismo universitario, ni haciendo afirmaciones dogmáticas sin entrar a valorar el fondo de la cuestión.

Los pretendidos absentistas ni se ajustan a lo que se entiende por “sindicalistas”, ni mucho menos pueden afirmar ajustándose a la verdad que su protesta pueda calificarse como “huelga”. Como ya he dicho, los estudiantes no somos trabajadores, sino beneficiarios de un servicio estatal, y tenemos el deber de aprovecharlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario